jueves, 25 de junio de 2020

La Semana Santa y el Arte: La presentación al Pueblo


En el artículo de hoy, el último de la temporada, sobre la Semana Santa y el Arte vamos a tratar la iconografía del misterio de la Presentación al Pueblo de San Benito.
Este es uno de los primeros conjuntos escultóricos que realiza, concretamente es el segundo para la Semana Santa sevillana tras el misterio de la Bofetá, que hiciera a mediados de los años 20 del siglo XX. En este misterio podemos apreciar como Cristo esta con el torso descubierto es presentado al pueblo coronado de espinas como ‘rey de los judíos’, por Poncio Pilatos, al que vemos en un claro nexo de unión con el espectador que a pie de calle presencia este paso gracias a su postura y su mirada. Tras la escena principal podemos apreciar un centurión, un fariseo, un esclavo etíope y en la parte trasera, al lado del trono de Pilatos, a su esposa Claudia Prócula con una dama de su corte, en una escultura que nos puede recordar a la realizada años antes por el mismo escultor llamada Ensueño.
Este es uno de los conjuntos procesionales más conseguidos, desde el punto de vista compositivo y está inspirado en el lienzo que Antonio Ciseri realizase en 1871 con la misma escena con la diferencia que este pinta el lienzo desde dentro del palacio, viendo la escena desde una visión trasera, siendo en este la escena principal la figura de Claudia Procula dándole la espalda a la escena y con un claro gesto de decepción al ver como Poncio Pilatos dejaba en manos del pueblo la decisión de la libertad o no de Cristo. En la composición de este lienzo vemos un alto componente clasicista, tanto en los ropajes de las figuras, como en la arquitectura que podemos ver.
Como peculiaridad, al ser esculpidos los ropajes de las imágenes realizadas por Castillo Lastrucci, podemos apreciar gran similitud en algunos hábitos, como el de Poncio Pilatos.


Mario Rosales Antequera.
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martes, 23 de junio de 2020

Leyendas sevillanas

Llevamos varios meses realizando estas leyendas semanales, cada una dedicada a un lugar o una imagen en concreto, pero esta semana y para “despedirnos”, os vamos a hablar de varias leyendas ocurridas en Sevilla y que guardan relación con alguna de sus hermandades más conocidas. Y es que, siempre hemos oído sobre Sevilla leyendas como la del Cachorro de Triana, el por qué de “La Valiente” para referirse a la estrella, o cuando a la Macarena la cambiaron por un reloj, pero… ¿Sabías que hermandades como el Cristo de Burgos o Santa Cruz también tienen leyendas?

- EL CRISTO DE BURGOS.
En la puerta del Cristo de Burgos, sucedió un hecho particular y que hizo cambiar la visión y la forma de ver de esta querida imagen. Una mujer entra al templo, para rezar por la salud de un familiar que se encontraba en estado crítico. Había acudido a varios médicos y ninguno de ellos le daba una alternativa ni una cura exacta para lo que aquella persona padecía. Sin tener nadie con quien hablar ni a quien acudir, se arrodilla frente al señor y comienza a rezar, inmersa en su plegaria. Y sumida allí, nota que la temperatura baja, sintiéndose acompañada. En ese momento alza la mirada, y mira a su señor que tanta devoción le guardaba, quedándose petrificada al ver que éste la mira y le dice: No te preocupes. La señora, asustada, sale corriendo del templo, e incluso paró a varios transeúntes inmersa en el pánico que aquello le provocó. Todos la tomaban por loca, pero lo curioso es que llega a casa, y que al llegar recibe una llamada telefónica que le comunica que, aquel familiar por el que ella pedía con tanta fe al Cristo de Burgos, había tenido una notoria mejora milagrosamente, y que se encontraba bien dentro de la gravedad que padecía.


-EL NAZARENO FANTASMA.
Casi al final de Mateos Gago, nos encontramos con una iglesia que tiene mucho que contar. Hablamos De la Iglesia de Santa Cruz, iglesia que le da nombre a la hermandad que en ella habita. Aquí tiene lugar una de esas historias bellas y evocadoras, que verdaderamente nos hace pensar si hay algo más allá. Es común que, cuando una hermandad se recoge, los hermanos entran y rezan junto a sus titulares, dejando las insignias y volviendo camino a casa. Pues bien, así ocurrió, aquella noche en esa hermandad, y es que estando únicamente los miembros de la junta que se disponían a guardar los cirios e insignias, miran hacia el paso del señor y se encuentran frente a él un nazareno. Tenía el capirote bajo el brazo, y rezaba fervorosamente a su imagen titular. Uno de los hermanos, con cierto desprecio le dijo: Hermano, hemos acabado la estación de penitencia, se tiene que ir. Y el nazareno se volvió, los miró, y como si no hubiera oído nada, continuó con su rezo. La segunda vez que le llamaron la atención, éste volvió a girarse, y les hizo un gesto de como que ya se iba. Pero lejos de ello, se acercó al paso de virgen, y presinándose frente a ella, volvió a inmergirse en su rezo. Y en ese momento, el otro miembro de la junta que allí presente estaba, soltó la típica frase: No te ha hecho ni caso. El otro, ya un poco mosca, elevó el tono, y de una manera muy irrespetuosa le dijo: Hermano, que se tiene que ir, dando palmadas a la vez. Es entonces cuando el nazareno volvió a mirar, con una mirada desafiante, y se quedó allí. Fueron varias las veces que le dijeron que se marchara, y a la tercera, el nazareno se volvió, miró fijamente a sus queridos titulares, y dando un paso atrás, desapareció. Los otros dos se quedaron perplejos, era imposible que hubiera salido por la puerta, porque estaba cerrada y lo habrían escuchado. Lo cierto es que había desparecido. A partir de ese año, ese nazareno se va apareciendo de una forma alternativa, y todos los que en esa hermandad están metidos, aseguran que en Santa  Cruz hay un nazareno especial.


-EL GRAN PODER Y ARAUJO.
Juan Araujo, ex jugador del Sevilla Fútbol Club, tuvo una gran experiencia con el señor del Gran Poder. Tenía una vida próspera, cuando su felicidad se vio truncada cuando a su hijo le detectaron una enfermedad grave. Tras haberlo llevado a todos los médicos, ninguno le dio solución, y con un hilo de esperanza, acudió a San Lorenzo para pedirle al señor del Gran Poder que lo curara. Y así, la historia se repitió día tras otro, hasta que el niño murió. Es ahí cuando, enfadado, fue de luto a la capilla únicamente para decirle al Señor: Que sepas que no voy a venir más a verte por no haber querido curar a mi hijo, si quieres verme vas a tener que venir a mi casa. Pasaron los años, y se celebró una misión donde se llevaron a las imágenes a los barrios más pobres para llevar el mensaje de la fe. Y así, un grupo de costaleros llevaba al señor al hombro hacia Nervión, cuando en mitad de la noche comenzó a llover. Los hermanos, muy agobiados buscaron donde aguardar al señor para que no se mojara, y vieron la puerta de un garaje abierta. Llamaron a la puerta, y era el garaje de la casa de Juan Araujo. Éste preguntó que quien era, a lo que los hermanos contestaron: Ábranos, venimos con el señor del Gran Poder. En ese momento, el ex jugador no sabía donde meterse, y bajó a abrir la puerta, encontrándose cara a cara con el Gran Poder, que como si de un desafío de hombres se tratara, fue a verlo a su casa tal y como él le dijo que debía hacer. Es justo ahí cuando se arrodilla, y llorando pidió disculpas al señor, ya que él sí supo perdonar sus palabras, fruto de aquel enfado años atrás.


-EL MISTERIO DE LA LANZADA.
Si alguien osa a robar en una iglesia un objeto de culto, debe saber que sobre él, al igual que ocurría con los faraones egipcios, puede caer una terrible maldición. Pues bien, algo así ocurrió en la presente historia, ya que en 1421 apareció en las obras De la Iglesia de San Martín una caja de plomo con reliquias. Era la corona de espinas de Cristo, un acontecimiento que pondría en vilo la ciudad, y la cual fue guardada en una urna de cristal para que pudiera ser visitada. La espina estaba dotada de poderes curativos, y se llevaba a casa de los enfermes, entre otras cosas. Esta es la famosa espina de aquella leyenda de los Cristos de Juan de Mesa que contamos con anterioridad. Esa espina dio lugar a una hermandad. En 1657 el sacerdote Agustín de Herrera debía acudir con la espina a casa de un enfermo, y al regresar se encontró la iglesia cerrada, llevándosela a casa. Aquella noche, la casa del sacerdote fue asaltada, y entre los objetos robados estaba la reliquia. La ciudad entró en cólera, invadida por la pena y la desgracia. Pero, 30 años más tarde de aquella fatídica noche, un fiel entró en San Martín, y bajo secreto de confesión entregó la reliquia, ya que aseguraba que desde que estuvo en su poder, sus amigos y familiares solo sufrieron males y desgracias. Arrepentido, entregó la reliquia y se arrepintió. 

María Orellana Cózar.
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jueves, 18 de junio de 2020

La Semana Santa y el Arte: La Exaltación

Una semana más y tras el jueves de Corpus Christi, te traigo una nueva entrega de esta serie de artículos sobre la Semana Santa y su relación con el Arte. En esta ocasión y ya acercándonos al final de la temporada, he tenido a bien traer la comparación y similitudes entre el misterio de la Exaltación, o los Caballos de Santa Catalina y el cuadro de La Elevación de la Cruz de Peter Paul Rubens, uno de los grandes artistas del barroco flamenco.
Este afamado pintor flamenco realizó esta obra, que es el lienzo central de un tríptico, en el año 1610-11 tras su regreso de Italia, donde conoció de buena mano las pinturas y esculturas de Miguel Ángel, ya que las formas que apreciamos en esta elevación de la Cruz nos dejan un cierto regusto manierista, mas que barroco. Rubens en Italia también conoció los cuadros de artistas barrocos, como Caravaggio que en su catálogo de obras podemos ver una crucifixión, pero en este caso no será de Cristo, sino de uno de sus apóstoles, San Pedro, y del cual podemos observar que copia la Cruz en la forma diagonal, la cual marca y centra el cuadro entero.
Esta obra es poco probable que Pedro Roldán la conociese en persona, ya que se encuentra desde sus inicios en la Catedral de Amberes, pero si cabe destacar que varias fueron las ocasiones en las que Rubens estuvo en España con el encargo de retratar al monarca español y a otros personajes de la nobleza, por lo que pudo traer con él pequeñas copias en papel de su obra y que se difundieran por todo el país, llegando alguna de ellas a Sevilla.
En la obra de Rubens podemos ver muchos detalles en común con la obra escultórica que Pedro Roldan y su taller realzasen a finales del siglo XVII, aunque centrándonos en la escena principal, que es la de los hebreos elevando la cruz para ponerla en posición vertical, en el misterio de la Exaltación vemos como en la delantera del paso se disponen dos hebreos que tiran con cuerdas del travesaño horizontal de la Cruz, para facilitar la estabilización de la misma, mientras que en la pintura de Rubens solo vemos uno en la esquina inferior derecha, a parte de estos, tanto en el misterio de la Exaltación como en el cuadro de Rubens, vemos a varios personajes al pie de la Cruz para elevarla y situarla en su sitio, además de algunos empujando desde detrás de la cruz para ayudar a levantarla, cosa que Roldán y su taller reduce a dos personajes para que no quede tan cargado el paso. Centrándonos ahora en la figura de Cristo, en ambos podemos observar como su mirada se dirige al cielo y su cuerpo hace una ligera espiral, propia del movimiento que presentaría la Cruz al elevarse de una manera irregular, pero siendo el Cristo que pinta Rubens mucho más manierista, que la obra de Roldán, en la cual podemos apreciar una gran influencia barroca de otros crucificados de la época.
Esta es una prueba más de que la Semana Santa, a parte de ser una obra de arte en sí, bebe y los artistas que  trabajan para ella se influencian de los mejores artistas, tanto de la época, como de años o siglos anteriores.

Mario Rosales Antequera.
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miércoles, 17 de junio de 2020

La leyenda del Nazareno de Santa María

Como todos sabemos, la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno ostenta el título de Regidor Perpetuo de la Ciudad de Cádiz. Son innumerables los monumentos y lugares de interés de nuestra ciudad, así que mediante este apartado nuestra única pretensión será ofrecer un acercamiento al entorno más próximo a nuestra sede canónica, y es por ello por lo que nos centraremos en nuestro populoso Barrio de Santa María.

El Arrabal de Santa María tiene su origen en la ermita del mismo nombre, que fue germen del actual Convento de Santa María. A extramuros de la antigua ciudad medieval, actual Barrio del Pópulo, comenzaron a crecer entre los siglos XV y XVI dos arrabales, uno hacia el noroeste (el de Santiago) y otro hacia el sureste (el de Santa María), éste último en los alrededores de la ermita allí enclavada. El mayor auge de nuestro Barrio tuvo lugar entre los siglos XVII y XIX ya que, debido a la cercanía del puerto de la ciudad, fijaron su residencia en él muchas familias acomodadas y de comerciantes, las cuales dejaron su herencia en el barrio confiriéndole al mismo su aire barroco y señorial. Nuestro barrio se encuentra situado en el extremo sureste del casco antiguo de la ciudad, junto a la Puerta o Puertas de Tierra, la cual separa (aunque nos gusta mejor decir que une) al casco antiguo de los extramuros de la ciudad de Cádiz.

Durante la fuerte guerra civil que marcó nuestro país, el bando republicano se dedicó a la quema de iglesias y destrucción y rapto de las sagradas imágenes, de ahí que la mayoría de las imágenes religiosas que conservamos en la actualidad sean réplicas o hayan tendido que ser intervenidas en duras restauraciones. Como el Nazareno siempre fue la imagen más venerada del ya mencionado barrio, decidieron dividirlo en varias partes y aguardarlo en la casa de los vecinos del barrio. Hay que destacar que la cruz que hoy en día posee la imagen del señor no es la original, ya que nunca fue devuelta por el vecino que la guardó. 
En esa época, fueron varios testimonios de los vecinos del barrio que aseguraban haber visto al santísimo Cristo pasear con su cruz al hombro por las calles de piedra de su barrio. Cada noche, los vecinos narraban escuchar un racheo por sus calles, acompañado del arrastre de un objeto de madera maciza. Ninguno de ellos tuvo el valor nunca de asomarse a ver qué era aquello que armaba tanto ruido en las madrugadas de Santa María, asegurando que era su querido Nazareno, que se paseaba por sus calles para cuidar y bendecir a aquel barrio que le salvó la vida. 

Pero esta no es la única leyenda que se le acata a esta sagrada imagen, ya que durante la epidemia de peste que asoló Cádiz entre 1678 y 1681 se desató la bonita historia que les contamos. A lo largo del mes de Julio de 1681, la voracidad de la enfermedad estaba acabando con todo hilo de vida en la ciudad de Cádiz. Tanto los Regidores como el propio Cabildo Municipal instaron a los gaditanos a rezar por la intervención del Santísimo para acabar con el mal, acudiendo en masa la población a las puertas de Santa María a rezar y pedir clemencia a la imagen de Jesús Nazareno con su imponente figura.
Nos cuenta el mercader que tantas fueron las súplicas, que en la noche del 21 al 22 de Julio, una religiosa del convento de la Pura y Limpia Concepción, Sor Isabel Garrido, rezando como cada noche a medianoche en la reja contigua a la capilla del Señor, era testigo de como la talla bajaba de su Camarín acompañado de lo que parecía ser María Magdalena, cuya talla no existía en el convento, y esa misma noche, el salinero de oficio también lo pudo contemplar desde la ventana de su casa en la calle Compañía, con el paso firme del Señor hasta las salas del Hospital del Rey.
Fueron allí muchos los enfermos que lo pudieron contemplar acompañado de María Magdalena, y se cuenta que desde ese punto y en ese mismo instante, la enfermedad empezó a remitir, desapareciendo en su totalidad al día siguiente de contagio, por lo que se pidió que constara el haber sido un milagro del Nazareno y la Magdalena.
Tras los hechos el pueblo suplicó al obispo que se llevara la imagen hasta la Catedral, donde se celebró una novena de acción de gracias. Se encargó a su vez la realización de la talla de la Magdalena, que desde entonces está con el señor en la Iglesia de Santa María. Poco después, se nombra al Nazareno “Regidor Perpetuo” y a María Magdalena “Protectora de la ciudad”, instaurándose la costumbre de acudir constantemente al Nazareno cuando aparecía el brote de una epidemia, de forma que la imagen se relaciona con la cura de éstas y en su culto se instala la leyenda “A Peste Nos Curat”. 

María Orellana Cózar.
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jueves, 4 de junio de 2020

La Semana Santa y el Arte: La Piedad

Una semana más volvemos con un artículo sobre la Semana Santa y el Arte, en este no hablaremos en lo que se inspira un solo imaginero para componer y disponer un misterio, sino que hablaremos de un grupo escultórico que se viene representando desde tiempos medievales y que, en diferentes variantes, han llegado a la Semana Santa de Sevilla, hablamos de la Sexta Angustia de la Virgen, más popularmente conocida como la piedad.
En Sevilla hay tres conjuntos escultóricos que representan la Sexta Angustia de la Virgen, que son, la Virgen de la Piedad y el Cristo de las Misericordias del Baratillo, la Virgen de la Piedad y el Cristo descendido de la Cruz de la Mortaja y la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia, todos ellos representan el mismo momento, en el que, tras descender a Cristo de la Cruz, lo dejan en el regazo de la Virgen María, es el momento previo a ser trasladado al Sepulcro. El análisis de todas ellas sería prácticamente igual, ya que las tres presentan a la Virgen de una manera sedente, con rasgos de dolor y con Cristo muerto en su regazo, la Piedad del Baratillo y la de los Servitas tendrán la cabeza de Cristo sobre su mano derecha, mientras que la Piedad de la Mortaja tiene la cabeza de Cristo sobre su regazo y el cuerpo en el suelo.
Como no puede ser de otra forma, la iconografía de la Piedad, o Sexta Angustia de la Virgen ha sido muy representada y difundida en el Arte Cristiano a lo largo de la Historia, pero en este artículo solamente compararemos a cada una con otra obra de Arte. Primeramente, creo que es bien sabido por toda la gran similitud que existe entre la Piedad del Baratillo con la Piedad del Vaticano, realizada a finales del siglo XV por uno de los grandes escultores de todos los tiempos como es Miguel Ángel Bounarroti, seguramente tanto Fernández Andes, en el caso de la Virgen, como Buiza en el caso del Cristo tuvieran ese claro referente a la hora de hacer, a mediados del siglo pasado dicho conjunto escultórico.

En segundo lugar, por orden de estación de penitencia a la Catedral, tenemos a la Virgen de la Piedad y el Cristo descendido de la Cruz, de la Morjaja, cuyas imagen de la Piedad es anónima del XVII y el Cristo de Cristóbal Pérez del año 1677, y este conjunto escultórico, a mi en su iconografía, se me asemeja bastante a la pintura del mismo motivo, que realizase el Greco en el siglo anterior, en ambas vemos a la Virgen de manera sedente, con rasgos de dolor, en el caso de la pintura del Greco, mira al cielo, así mismo vemos a Cristo con la cabeza apoyada en el regazo de su madre, mientras el cuerpo esta en el suelo, y alrededor de esta iconografía encontramos a otros personajes, como pueden ser Sta. María Magdalena y San Juan Evangelista, en el caso del cuadro del Greco y en el misterio de la Mortaja, podemos ver además de estos, a los Santos Varones tras la Virgen, y a María de Salomé y María de Cleofás. En gran cambio que se aprecia entre estas dos Piedades es que la del Greco tiene un gran sabor manierista, corriente artística en la que pintaba dicho artista, y la Piedad de la Mortaja vemos un claro gusto barroco.

Por último, la Piedad de los Servitas, la cual es obra del gran imaginero sevillano Montes de Oca, y realizada a comienzos del siglo XVII, es una obra muy interesante en la cual vemos a Cristo muerto sobre el regazo de María, mientras esta, con claro gesto de profundo dolor, sujeta la cabeza de su hijo con la mano derecha. Esta obra también podríamos compararla con la Piedad del Vaticano y con muchas otras, pero en este caso la vamos a comparar con una Piedad que realizó el gran artista renacentista Sandro Boticelli, el cual pintase el Nacimiento de Venus o La Primavera, a parte de ello en el catálogo del pintor también podemos encontrar pintura religiosa y entre ellas esta maravillosa piedad, realizada a finales del siglo XV, en la que podemos ver un profundo dolor en toda la escena, en la que a parte de estar la Virgen y Cristo, también vamos a Sta. María Magdalena a los pies de Cristo, las dos Marías a ambos extremos del cuadro, una de ellas con la cara cubierta en alusión al profundo dolor que sentían en ese momento y la otra agarrando y mirando la cara de Cristo. En la zona superior podemos ver a José de Arimatea que, mirando al cielo, muestra los clavos y la corona de espinas, bajo él, vemos a San Juan abrazando a la Virgen y en el centro de la composición vemos a Cristo muerto en el regazo de su Madre, la que presenta un gesto de profundo dolor. Aunque todas estas imágenes no las podamos ver en el paso de misterio de los Servitas, pero en algunos cultos han aparecido las imágenes de San Juan Evangelista y la Magdalena a los lados de la Piedad. Entre la Piedad de Boticelli y la de Montes de Oca, a parte de todo esto vemos un gran cambio, que es la posición de Cristo ya que, en el lienzo, la virgen sujeta su cabeza con la mano izquierda, mientras que la de Montes de Oca lo hace con la derecha.

Como podemos ver, la Semana Santa, aparte de ser arte ya de por sí, bebe y se inspira en muchas otras obras de arte de los grandes artistas de siglos pasados, ya sea directa o indirectamente, o tan solo por parecidos y comparaciones.

Mario Rosales Antequera.
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martes, 2 de junio de 2020

La leyenda de la Virgen del Rocío

En Andalucía, tierra mariana por excelencia, existe una fiesta disfrutada por muchos en la provincia de Huelva, podríamos decir que hablamos de las más grandes romerías y fiestas ya no solo en el territorio Andaluz, si no en el territorio español. Efectivamente, hablamos de la Virgen del Rocío, situada en una pequeña aldeita junto a Almonte, la cual celebra su fiesta más grande en la víspera de pentecostés. ¿Y si os dijéramos que este fervorosa imagen tiene tras ella una leyenda oculta?
La leyenda de la que hablamos es la que nos cuenta la aparición de la virgen. Según varias referencias populares, en el siglo XV un cazador perteneciente a la Villa de Almonte , mientras paseaba con sus perros observó cómo en un olivo cercano a las marismas de aquel lugar llamado la Rocina los perros parecieron volverse locos, comenzando a ladrar sin ton ni son. El cazador, pensando de que de una nueva presa se trataba, se acercó, sorprendiéndose al ver a una virgen situada entre las ramas. Era una talla que llevaba puesto un manto de lino blanco y verde, y en su espalda se había tallado: Nuestra señora de los remedios.
El hombre no se lo pensó dos veces, y decidió llevársela a casa. Pero a mitad del camino, se sintió cansado y decidió recostarse en una piedra para así descansar un rato. Al despertar de aquella siesta Lila, se percató de que algo fallaba, y es que la virgen ya no estaba a su lado. Afligido volvió al lugar y la vio en el mismo sitio donde la encontró, comprendiendo que allí querría que se le venerara culto. El cazador volvió a Almonte a contar lo ocurrido, y Salió el clero y el cabildo al lugar de la partición. La vieron tan encantadora que comenzó a ser el motivo de la más fervorosa devoción en ese mismo momento.
La aldea del Rocío se encuentra en un punto equidistante entre localidades de las tres provincias Cádiz, Huelva y Sevilla; por lo que, su emplazamiento estratégico, ha hecho pensar a los historiadores e investigadores del fenómeno rociero, que la ubicación de su ermita hubiera sido promovida con una finalidad evangelizadora, y más concretamente de cristianización del lugar, tras la reconquista de estos territorios a la población islámica. Desde el siglo XIII, tras la reconquista, este espacio (Doñana)  fue nombrado cazadero real, porque desde un principio los monarcas cristianos supieron de la abundancia de caza en estas tierras, y por tal motivo han permanecido casi intocadas por el hombre, quien tan sólo se adentraba en ellas con finalidades cinegéticas o para aprovechar los recursos naturales tales como la piña o la madera, lo que ha hecho que hayan llegado hasta nuestros días de una manera que diríamos, tan natural. Se tiene constancia de la ermita desde el 1309.


María Orellana Cózar.
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