Como todos sabemos, la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno ostenta el título de Regidor Perpetuo de la Ciudad de Cádiz. Son innumerables los monumentos y lugares de interés de nuestra ciudad, así que mediante este apartado nuestra única pretensión será ofrecer un acercamiento al entorno más próximo a nuestra sede canónica, y es por ello por lo que nos centraremos en nuestro populoso Barrio de Santa María.
El Arrabal de Santa María tiene su origen en la ermita del mismo nombre, que fue germen del actual Convento de Santa María. A extramuros de la antigua ciudad medieval, actual Barrio del Pópulo, comenzaron a crecer entre los siglos XV y XVI dos arrabales, uno hacia el noroeste (el de Santiago) y otro hacia el sureste (el de Santa María), éste último en los alrededores de la ermita allí enclavada. El mayor auge de nuestro Barrio tuvo lugar entre los siglos XVII y XIX ya que, debido a la cercanía del puerto de la ciudad, fijaron su residencia en él muchas familias acomodadas y de comerciantes, las cuales dejaron su herencia en el barrio confiriéndole al mismo su aire barroco y señorial. Nuestro barrio se encuentra situado en el extremo sureste del casco antiguo de la ciudad, junto a la Puerta o Puertas de Tierra, la cual separa (aunque nos gusta mejor decir que une) al casco antiguo de los extramuros de la ciudad de Cádiz.
Durante la fuerte guerra civil que marcó nuestro país, el bando republicano se dedicó a la quema de iglesias y destrucción y rapto de las sagradas imágenes, de ahí que la mayoría de las imágenes religiosas que conservamos en la actualidad sean réplicas o hayan tendido que ser intervenidas en duras restauraciones. Como el Nazareno siempre fue la imagen más venerada del ya mencionado barrio, decidieron dividirlo en varias partes y aguardarlo en la casa de los vecinos del barrio. Hay que destacar que la cruz que hoy en día posee la imagen del señor no es la original, ya que nunca fue devuelta por el vecino que la guardó.
En esa época, fueron varios testimonios de los vecinos del barrio que aseguraban haber visto al santísimo Cristo pasear con su cruz al hombro por las calles de piedra de su barrio. Cada noche, los vecinos narraban escuchar un racheo por sus calles, acompañado del arrastre de un objeto de madera maciza. Ninguno de ellos tuvo el valor nunca de asomarse a ver qué era aquello que armaba tanto ruido en las madrugadas de Santa María, asegurando que era su querido Nazareno, que se paseaba por sus calles para cuidar y bendecir a aquel barrio que le salvó la vida.
Pero esta no es la única leyenda que se le acata a esta sagrada imagen, ya que durante la epidemia de peste que asoló Cádiz entre 1678 y 1681 se desató la bonita historia que les contamos. A lo largo del mes de Julio de 1681, la voracidad de la enfermedad estaba acabando con todo hilo de vida en la ciudad de Cádiz. Tanto los Regidores como el propio Cabildo Municipal instaron a los gaditanos a rezar por la intervención del Santísimo para acabar con el mal, acudiendo en masa la población a las puertas de Santa María a rezar y pedir clemencia a la imagen de Jesús Nazareno con su imponente figura.
Nos cuenta el mercader que tantas fueron las súplicas, que en la noche del 21 al 22 de Julio, una religiosa del convento de la Pura y Limpia Concepción, Sor Isabel Garrido, rezando como cada noche a medianoche en la reja contigua a la capilla del Señor, era testigo de como la talla bajaba de su Camarín acompañado de lo que parecía ser María Magdalena, cuya talla no existía en el convento, y esa misma noche, el salinero de oficio también lo pudo contemplar desde la ventana de su casa en la calle Compañía, con el paso firme del Señor hasta las salas del Hospital del Rey.
Fueron allí muchos los enfermos que lo pudieron contemplar acompañado de María Magdalena, y se cuenta que desde ese punto y en ese mismo instante, la enfermedad empezó a remitir, desapareciendo en su totalidad al día siguiente de contagio, por lo que se pidió que constara el haber sido un milagro del Nazareno y la Magdalena.
Tras los hechos el pueblo suplicó al obispo que se llevara la imagen hasta la Catedral, donde se celebró una novena de acción de gracias. Se encargó a su vez la realización de la talla de la Magdalena, que desde entonces está con el señor en la Iglesia de Santa María. Poco después, se nombra al Nazareno “Regidor Perpetuo” y a María Magdalena “Protectora de la ciudad”, instaurándose la costumbre de acudir constantemente al Nazareno cuando aparecía el brote de una epidemia, de forma que la imagen se relaciona con la cura de éstas y en su culto se instala la leyenda “A Peste Nos Curat”.
María Orellana Cózar.
Twitter: @MariiaOrellaana
Instagram: @mariiaorellana
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