jueves, 28 de mayo de 2020

La Semana Santa y el Arte: El Descendimiento

De nuevo un jueves más volvemos con este artículo que pone en relación la Semana Santa con el Arte, en el artículo de hoy vamos a tratar un paso de misterio que pasa desapercibido en Sevilla, aun siendo uno de los más magníficos misterios que procesionan en nuestra Semana Santa. Se trata del misterio que procesiona en la tarde del Jueves Santo desde la Parroquia de la Magdalena, el misterio de la Quinta Angustia, de Pedro Roldán.
Este misterio claramente barroco es uno de los más impresionantes de nuestra ciudad, ya sea por las andas que posee, la composición del mismo, la riqueza de las imágenes, o por la situación y movimiento de Cristo mientras está en siendo descendido de la cruz, detalles que en su conjunto lo hacen único.

Este misterio, menos la imagen de la dolorosa, tienen la autoría del taller de Pedro Roldán, hacia el año 1659, por eso mismo, el autor se pudo inspirar para la composición de dicha escena en un lienzo del siglo XVI que se encontraba en la Iglesia de Santa Cruz, realizado hacia el 1547 por el pintor Pedro de Campaña, en dicha obra podemos ver la misma escena, la del descendimiento de Cristo, y podemos ver unas características que también podemos apreciar en la obra de Pedro Roldán, ambas tienen una composición triangular, siendo Cristo el vértice superior y las imágenes de las Marías, la Virgen y San Juan Evangelista serían el lado del triángulo opuesto al vértice. También podemos apreciar la increíble similitud que hay entre la forma del cuerpo del Cristo que pinta Campaña, con la que tiene el que realiza Roldán, aunque este último le da un patetismo más típico del barroco, ya que esa es una de las pocas diferencias que presentan, ya que el lienzo pertenece al Renacimiento y la composición escultórica de Roldán al Barroco sevillano. También en ambas composiciones podemos ver un triangulo invertido, siendo este el que forman los Santos Varones en la parte superior, y el pie de la cruz, siendo el vértice inferior.
Seguramente a parte de esta obra de Pedro de Campaña, Pedro Roldán tuviera muchas otras fuentes de inspiración, ya que en la época estaba muy de moda los grabados y las copias en ellos de imágenes, ya fuesen lienzos o esculturas, de todas las épocas, para darlas a conocer, y además muchas de ellas llegaban a Sevilla, ya que en esta época la ciudad de la Giralda era la puerta al nuevo mundo, pero esta obra la tendría como principal referente ya que se encontraba en la ciudad de Sevilla y podría ir a disfrutarla cada vez que le hiciera falta.

También al hablar de Quinta Angustia debemos hablar de la Virgen, ya que pese a ser Cristo el protagonista de la composición, la Virgen también toma un papel importante, ya que Ella fue la sufridora de esas angustias o dolores que atraviesan su corazón con dagas, siendo este momento, el del Descendimiento de Cristo muerto, la quinta de sus siete angustias.

Mario Rosales Antequera.
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martes, 26 de mayo de 2020

La leyenda del Cristo de los Faroles


Si alguna vez has paseado por la capital cordobesa, no tenemos ninguna duda de que has acabado enamorado y deseando volver a pasear por sus calles. Pero, si ya la ciudad de por si te enamora, más lo hará cuando conozcas las innumerables leyendas que ella oculta. Ya hemos hablado en el blog de la leyenda de la virgen de las angustias; también es muy conocida la leyenda del esparraguero, un Cristo crucificado traído de las Américas al que la plebe cordobesa le regala espárragos. Pero hoy vamos hablar del Cristo de los faroles, y de la leyenda que a él se le adjudica.

Si habéis paseado por Córdoba, cuando entres por la cuesta del Bailio llegas a la plaza de los capuchinos, una plaza muy transitada y famosa por la imagen que allí alberga. Aunque en realidad no se llame Cristo de los faroles sino que se llame Cristo de los desagravios y misericordia, es una escultura que ha sido rebautizada por los cordobeses ya que posee a su alrededor ocho faroles que representan las provincias andaluzas. Hablamos de una escultura realizada a finales del siglo XVIII y que ha sido protagonista de innumerables coplas, canciones populares y leyendas, ya que siendo una escultura de mármol se podría decir que es de las más veneradas de Córdoba. Y es que el lugar donde está situada, la plaza de los capuchinos, hace que este Cristo impacte más ya que la plaza posee el empedrado original del casco histórico cordobés.
Pero si ya en lugar de por si os parece mágico, más os parecerá cuando conozcáis la leyenda que a este lugar y a esta imagen se les adjudica. Según una leyenda popular, desde que la imagen del Cristo se colocó en aquella plaza, todas las noches se escuchaban pasos firmes paseando por allí. Algún que otro curioso se atrevió a sumarse para ver qué ocurría, encontrándose frente al Cristo a un hombre encapuchado, el cual avanzaba lenta y sigilosamente, como si en vez de andar levitase. Una vez frente a la imagen, aquel misterioso hombre susurraba unas palabras incomprensibles, y luego desaparecía misteriosamente.

Nunca nadie logró ver su rostro, ni siquiera logró identificarlo. Pero una noche el hombre encapuchado reveló su secretos a la comunidad que custodiaba la imagen del Cristo. Se trataba de un soldado que años atrás fue asaltado por unos bandidos, y estando a punto de morir despertó desorientado frente a la imagen del Cristo de los faroles. Desde entonces, aquel hombre visitaba al Cristo que lo salvó todas las noches a la hora del asalto, únicamente para agradecerle por su vida. No sabemos si este hombre era real o si de una presencia fantasmal hablamos, lo que sí podemos decir es que, una vez contada su historia, aquel señor desapareció para siempre, y nunca más volvió agradecerle al Cristo de los faroles que lo salvó.

Pero no es solo esta la única anécdota que ronda alrededor del Cristo de la plaza. Y es que un hilo en la red social de Twitter haría que de esta imagen y de esta plaza se volviese a hablar. Pero esta vez no tiene relación alguna con el Cristo, sino con la reja que lo rodea. Según cuenta este tuitero a principios del siglo XX un vecino se encargaba de manera altruista de la custodia mantenimiento del monumento. El mismo era el que pagaba los gastos de las lámparas de aceite que por aquel entonces rodeaban al Cristo cordobés. Este mismo vecino veía como otros monumentos más “insignificantes” a nivel devocional poseían rejas que lo custodiasen.  Así que el mismo decidió pagar una nueva reja que se instaló en 1924. El alcalde de Córdoba, José Cruz Conde, tras conocer la opinión de la comisión de monumentos de la ciudad, decidió que la reja debería retirarse. Este asunto llegó hasta Madrid, donde el vecino defensor de la reja explicó que lo que debería de hacerse era eliminar las lámparas de aceite y sustituirlas por lámparas eléctricas para que las escaleras que se usaban para encenderlas no deteriorasen las columnas que rodean a Cristo. Así, sin hacer caso omiso de la instalación de la reja, se pasó a cambiar las lámparas y no solo la reja se quedó donde estaba, sino que hoy en día es un lugar que cualquier viajero que visita la ciudad va a ver.

María Orellana Cózar.
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jueves, 21 de mayo de 2020

La Semana Santa y el Arte: El Santo Traslado

Una semana más volvemos a traer un nuevo artículo sobre la Semana Santa y el Arte. En el día de hoy vamos a ver la relación que hay entre el considerado por muchos, mejor misterio de la Semana Santa sevillana y un lienzo del último tercio del siglo XIX.

A mediados del siglo XX cuando surge la hermandad de Santa Marta le encarga al imaginero gaditano, Ortega Bru un misterio poco común hasta entonces en Sevilla, ya que en la época no procesionaba ningún Santo Traslado al Sepulcro, ya que la Sagrada Mortaja lo que representa es a Cristo en los brazos de su madre, tras haber sido bajado de la Cruz, una piedad, al igual que la vemos en el primero de los pasos del Baratillo y de los Servitas, pero en el caso de la Mortaja, vemos que la piedad está acompañada por los Santos Varones, San Juan Evangelista, Santa María Magdalena, María Salomé y María Cleofás. Si bien la iconografía que representa en su paso la Sagrada Mortaja es justamente la anterior del traslado al Sepulcro, por ello en el misterio de Santa Marta vemos las mismas personas, pero con una disposición diferente, ya que la Virgen está en la trasera del paso acompañada por San Juan Evangelista, los Santos Varones son los que portan y trasladan el cuerpo de Cristo, siendo Nicodemo el que vemos en el frontal del paso, también vemos la inconfundible Sta. María Magdalena en el lado derecho de Cristo, queriendo relacionarse con el espectador, y en el lado opuesto a las otras dos Marías, junto a Santa Marta.


Sabiendo esto, vemos que en el catálogo pictórico de Ciseri se encuentra un lienzo llamado Traslado al Sepulcro o La conducción de Cristo al Sepulcro, donde vemos una imagen muy parecida a la que Ortega Bru realiza para el misterio de la hermandad de Santa Marta, aunque con algunas diferencias, como que en vez de portar el cuerpo de Cristo solamente los Santos Varones, en el lienzo se ven ayudados por San Juan Evangelista, por ese motivo, la Virgen María esta acompañada y siendo consolada por una de las Marías, mientras vemos como la otra se echa la mano a la cara en gesto de dolor e incredulidad, el otro cambio significativo es que vemos a la Magdalena en un tremendo patetismo, con un gesto de sumo dolor, echando el torso hacia delante y llevándose las manos a la cara, aunque no la vemos por que la tapa el pelo, que cae hacia delante a causa de la forma del cuerpo. En este lienzo tampoco vemos a Santa Marta. Podemos afirmar que Ortega Bru conocería esta obra antes de la realización del misterio de la Hermandad de Santa Marta.

También algunos autores afirman que este misterio tiene cierto parecido y que Ortega Bru también podía haberse inspirado en la Piedad del Duomo, una obra que el escultor florentino Miguel Ángel realizaría para su sepulcro. En la cual vemos a Cristo en vez de en los brazos de su madre, en los de Nicodemo (en el que se autorretrato el artista) a uno de los lados de Cristo vemos a la Magdalena sosteniendo a Cristo y al opuesto a la Virgen María abrazando a su hijo. Esta es una obra tremendamente manierista, en la que el cuerpo de Cristo forma una clara línea ‘serpentinata’, la cual no vemos en el Cristo de la Caridad, estando el cuerpo acorde a los movimientos del barrocos. Esta obra, como curiosidad, Miguel Ángel no llegó a concluirla.

Como curiosidad en referencia al lienzo de Ciseri, podemos añadir que la Cofradía del Santo Traslado de Málaga representa en su trono de Cristo una escena aún más parecida a dicho lienzo, aunque también contiene algunos cambios.

Mario Rosales Antequera.
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martes, 19 de mayo de 2020

El milagro del maremoto de Cádiz

Nos remontamos al año 1755. En la capital gaditana sucede uno de los peores hechos que marcaron su historia. Efectivamente, hablamos del maremoto provocado por el terremoto de Lisboa en el año 1755. Un maremoto que, sorprendentemente por la magnitud y la longitud que poseía sus olas, dejó un número bajísimo de víctimas.

Y es que, cuentan las crónicas, que en el día 1 de noviembre, día de todos los santos y fiesta muy marcada en la capital, siendo como a las 10:00 de la mañana se experimentó un fuerte terremoto que provocó una fuerte subida del mar.
El mar se embraveció, y se dejó ver por las antiguas calles de la ciudad, dejando a su paso una multitud de ciudadanos que, asustados como es de lógica, gritaban y se lamentaba pidiendo a dios que los salvase de esto. La localización de la crónica explica minuciosamente como la fuerza del mar entró por el barrio de la Viña desde la Caleta, y arrasó y arrastró trozos de la muralla y del hospicio.
Según una crónica de la época, redactada por un hermano que era el secretario del Archicofradía de la Palma, cuenta que dos sacerdotes, fray Bernardo de Cádiz y Francisco Macías, salieron a la calle acompañados de varias personas. Dichos sacerdotes portaban en sus manos un crucifijo y el estandarte de la que entonces era la cofradía de la virgen de la Palma, la cual se encontraba en la iglesia de la Palma, situada en el ya mencionado barrio de la Viña.
Y llegando casi a mojarse los pies, y dando el padre Macías con el estandarte en el suelo gritó: hasta aquí madre mía. Y aquella embravecida ola regresó a su lugar de origen, sucediendo el milagro de que la virgen de la Palma frenase aquel maremoto, y por lo tanto, lo que podría haber sido una enorme tragedia.
Desde aquel 1 de noviembre, la ciudad de Cádiz ha mostrado su agradecimiento por salvar a la ciudad de las consecuencias de aquella catástrofe, y cada 1 de noviembre se festeja desde entonces en su honor. Poco después, se instala en aquella misma calle una placa conmemorativa con la imagen de la virgen salvando la ciudad de la ola.

Como hecho anecdótico, podemos destacar que en el año 2008, debido a unas obras en la calle, la placa tuvo que ser retirada de la pared. Dio la casualidad que justo cuando esto pasó la ciudad sufrió un fuerte temporal de lluvia, el cual inundado por completo el barrio de la viña, provocando que ese hecho demostrase a los que lo ponían en duda que la devoción de los vinieron a la virgen de la Palma se debe como voto de favor ante la protección de aquella catástrofe que pudo acabar con la población gaditana.   

María Orellana Cózar.
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jueves, 14 de mayo de 2020

La Semana Santa y el Arte: Jesús ante Anás

Continuamos con la serie de artículos que comenzábamos hace algunas semanas, que tratan sobre la relación que hay entre la Semana Santa y el Arte. En el día de hoy vamos a tratar la escena del Evangelio en la que Jesús es abofeteado por un sayón judío, mientras que es juzgado por Anás.
Como hemos visto en artículos anteriores, muchas de las iconografías que hoy día representan los pasos de misterio que vemos en la Semana Santa, provienen de grabados, lienzos, o esculturas de la Edad Moderna que se realizan por toda la Europa cristiana. Gracias a los grabados, que hacen de esas obras, se puede dar mayor difusión a una obra, ya que es más fácil de transportar una hoja, que un lienzo o una escultura.
Izq: A.Durero | Dcha: Wierix

Hoy, de nuevo nos vamos a centrar en los grabados de dos artistas que vivieron entre el siglo XV y el XVI. El primero de ellos, Alberto Durero, en su serie de grabados El teatro de los misterios, ya aporta la iconografía en la que Cristo es abofeteado por un sayón, pero esta representación porta una crudeza y una agresividad, donde podemos apreciar a Cristo en una posición agachada, algo forzada y esperando para recibir el golpe, que nada tiene que ver con el misterio que Antonio Castillo Lastrucci realizara para la Hermandad de la Bofetá y que se estrenase en el año 1923. Esta misma representación la podemos ver en un grabado algo posterior, de Wierix, donde si se asemeja más al conjunto que realiza Castillo Lastrucci. En esta obra se puede ver una representación del momento en el que Malco, aquel mismo al que San Pedro le corta la oreja en el Huerto de los Olivos (pasaje que podemos ver en el paso de misterio de la Hdad. del Dulce Nombre de Bellavista), está en posición de darle una bofetada a Cristo para que este hablase, pero en contraposición con el grabado de Durero, en este se muestra a Cristo en pie, erguido, con una mansedumbre y resignación impropia ante la brutal agresión que va a recibir.


En el paso de misterio de la cofradía del Martes Santo, podemos ver como escena central a Malco golpeando a Cristo, mientras que el ex pontífice Anás y algunos sanedritas de su corte le intentan interrogar sobre sus enseñanzas, en el mismo podemos ver judíos observando la escena y un romano. Como curiosidad podemos decir, que este misterio rompe con la estética neoclasicista que estaba de moda hasta el momento, la cual ponía a unas imágenes secundarias frente a otras, dejando un espacio abierto para que el espectador viese el misterio representado, como ejemplo aún tenemos en esta estética el misterio de la Hdad. de las Siete Palabras y el paso de la Virgen de Villaviciosa, del Santo Entierro, siendo este el ejemplo más notable. Castillo Lastrucci, por el contrario, reúne a las imágenes en grupos, haciendo que se relacionen e interactúen unas con otras, y también con el espectador, ganando más poder el conjunto al completo que la imagen en sí. Esto fue una novedad en la época que hizo que otras hermandades le encargasen a este autor la realización de una nueva representación para su paso de misterio, y también que otros muchos autores optasen por seguir su nuevo modelo.

Mario Rosales Antequera.
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martes, 12 de mayo de 2020

La leyenda del Medinaceli

Nos alejamos un poco de Andalucía, aproximadamente a 500 km de ésta nuestra tierra, para traer la leyenda de las leyendas, esa leyenda que ha traído a nuestra era la iconografía y advocación de muchas imágenes devocionales. Hablamos de la famosa leyenda del Cristo de Medinaceli, o también conocido como Nuestro Padre Jesus Cautivo y Restado. Pero, ¿por qué cautivo y rescatado? En seguida lo sabremos.

La imagen del Cristo de Medinaceli de Madrid fue llevada en el año 1614 por los frailes capuchinos a La Mamora, en Marruecos, para que recibiera culto por parte de los soldados que allí se encontraban, ya que hay que recordar que estas tierras pertenecían a España. Pero en el año 1681 la ciudad cayó en mano de los árabes, gobernados por el sultán Muley Ismail, y éste en señal de victoria, decide mandar a la imagen a la ciudad de Mequinez.
Una vez en esa ciudad, la talla es arrastrada y tirada por las calles para que la gente se mofara de ella. Pero un padre trinitario, al ver lo que estaba sucediendo, decide hablar con el sultán para poner fin a esto y rescatar la imagen del señor, proponiendo ofrecerle tanto oro como pesase la talla.
Un vez allí, al pesarlo redujo muchísimo su peso, algo que enfadó muchísimo al sultán, y costándole a los pobres frailes no más que dos o tres monedas de oro. Esto fue un milagro, y al ser rescatado por los padres trinitarios y cautivo por los árabes, de ahí sale su advocación: Jesús Cautivo y Rescatado.

También cabe destacar que, como la orden trinitaria fue la encargada de rescatarlo, es común que la imagen de todos los Medinaceli posean un escapulario con el escudo trinitario, el cual esta compuesto de una cruz roja y azul. Este escapulario era el salvoconducto para dejar pasar a la imagen a tierras cristianas, y significaba que los trinitarios pagaron por ella.

En el año 1682, la imagen es llevada a Madrid, donde es recibida con gran devoción, realizándose una procesión en honor a su llegada. En el 1710 se crea la Congregación de Esclavos de Jesús Nazareno, y comienza a conocerse la imagen como Jesus del Medinaceli, ya que la capilla donde se encontraba pertenecía al duque de Medinaceli.

Por último, tal fue la devoción que alcanzó esta imagen que, durante la Guerra Civil Española, la imagen fue trasladada a diversos lugares dentro de Esapaña, para ser así protegida por los bombardeos de Madrid, saliendo finalmente hacia Suiza en el año 1937 para participar en una exposición, y volviendo en el año 1939 para quedarse para siempre a aquel lugar que lo rescató.

María Orellana Cózar.
Twitter: @MariiaOrellaana
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jueves, 7 de mayo de 2020

La Semana Santa y el Arte: La Crucifixión de Miguel Ángel y el Cristo de la Expiración

La semana pasada comenzábamos con esta nueva serie de artículos que relacionan la iconografía de las imágenes que procesionan en la Semana Santa de Sevilla, con importantes obras de arte de los más afamados artistas a nivel mundial, en la entrega de hoy de nuevo volvemos la mirada al siglo XVI para tratar la relación que puede existir entre una obra pictórica del gran artista florentino Miguel Ángel Buonarroti y el Crucificado que Marcos Cabrera hiciera para la Cofradía del Museo en el año 1575.

Miguel Ángel tuvo un encargo de su amante Victoria Colonna, marquesa de Pescara y una de las mujeres más influyentes del cinquecento italiano. Esta pidió a Miguel Ánguel un cuadro con la Crucifixión para colocarlo en su oratorio privado, Miguel Ángel hizo algunos bocetos, que hoy se pueden ver en el Museo del Louvre y en el Museo Británico, los cuales se harán grabados que serán difundidos por toda Europa. El resultado final de este encargo sería una Crucifixión con la Virgen María y San Juan Evangelista, al cual le añade cuando su amante muere, la imagen de María Magdalena abrazada a la cruz. Hoy día esta obra desgraciadamente no la conservamos, pero sí se conservan algunas copias que ralizarían sus discípulos, una de ellas se encuentra en España, más concretamente en la Concatedral de Logroño, la cual muchos expertos en la materia se la atribuyen al mismo Miguel Ángel.

Izq: Museo Británico/ Centro: Museo del Louvre/ Dcha: Concatedral de Logroño

No sabemos cual de esas obras fue la que inspiró a Marcos Cabrera para realizar el encargo que le hizo la Cofradía del Museo, pero está claro que este artista las conocía ya que el Cristo del Museo es una obra tremendamente manierista, donde podemos apreciar la línea expresiva ‘serpentinata’ y un audaz escorzo que marcan con un ritmo ascendente la contorsión corporal hasta concentrar dramáticamente en el rostro todo el peso del dolor humano y divino del Redentor. En el rostro, donde Cabrera queriendo acentuar las notas trágicas al inminente final, introduce un intencionado patetismo de estética naturalista, que precursiona el barroco sevillano.
La enorme fuerza expresiva, dotada de un inédito dinamismo se hace presente en el valiente escorzo que le hace ‘salirse del paso’ cuando procesiona en la noche del Lunes Santo. Esta imagen consta de una particularidad, al igual que otras imágenes de Sevilla, de la misma época, no está realizada en madera, sino en papelón, un material más ligero y barato.
El tremendo éxito y calidad de esta imagen hizo que la cofradía mandase a tirar los moldes al río Guadalquvir, aunque esto no sabemos si fue cierto, ya que es una de las tantas leyendas populares que tiene Sevilla y su Semana Santa.

Mario Rosales Antequera.
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miércoles, 6 de mayo de 2020

La canina de Huelva

Más que una leyenda, hoy traemos un poco de historia de la capital onubense. Muchos no lo sabemos, pero durante una quincena de años procesionó por las calles de Huelva un paso con un esqueleto, denominado “La Canina”, que pertenecía a la hermandad del Santo Entierro, similar al que hoy en día procesiona aún en Sevilla.
Este paso era una representación alegórica, es decir, no representa un momento específico de la pasión de Cristo, si no que es una especie de representación de la victoria de la vida sobre la muerte. En esta representación podemos ver un esqueleto, de ahí el nombre “canina”, sentada sobre la bola del mundo en posición pensativa o decaída, con una cruz vacía tras ella donde se apoyan dos escaleras que representan el momento del descendimiento de Cristo.
La hermandad el Santo Entierro de Huelva durante la guerra civil española desaparece, ya que durante esta guerra pierde la mayor parte de su patrimonio. La pérdida más grande para los hermanos sin duda fue la de las imágenes, de un valor incalculable, no solo por la antigüedad si no por la devoción de la ciudad.
Tras la guerra la hermandad se refunda, siendo uno de sus refundadores un médico muy aficionado a la Semana Santa sevillana. Como la hermandad había perdido todo su patrimonio y sus imágenes, el médico propuso coger un esqueleto de su consulta, barnizarlo para que quedase sentado y con posición abatida, y usarlo en un paso basándose en la hermandad del Santo Entierro de Sevilla, y así suplir la carencia de los titulares hasta recuperar un poco de dinero para contratar a un imaginero. Y así se le dio el origen del paso de “La Canina” de Huelva, que procesionó desde 1945 hasta 1960 aproximadamente.
Pero este paso no tuvo mucha aceptación, ya que el pueblo le tenía temor a ese esqueleto, habiendo incluso una leyenda que decía que, si paraba delante de alguien, esa persona moriría al poco tiempo. El paso dejó de salir cuando se le encarga a León Ortega la tala de la Virgen de las Angustias, que sale en el mismo paso donde salía originariamente la canina. Desconocemos cual fue el destino de ese esqueleto, aunque seguramente se desecharía al no tener valor alguno.
Hay una anécdota que rula por la ciudad de Huelva, la cual dice que a la canina se le hizo una canción y la llamaban “pelona”, ya que en aquella época había un policía llamado Mateo que rapaba a la gente en sus casas para evitar las plagas de piojos. La gente cuando lo veía por la calle se metía en casa de los vecinos para parecer que no estaban en casa, haciendo una canción donde decía que el tal Mateo había dejado sin pelo a la canina, cantándola los niños al pasar por la hermandad.

María Orellana Cózar.
Twitter: @MariiaOrellaana
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