martes, 26 de mayo de 2020

La leyenda del Cristo de los Faroles


Si alguna vez has paseado por la capital cordobesa, no tenemos ninguna duda de que has acabado enamorado y deseando volver a pasear por sus calles. Pero, si ya la ciudad de por si te enamora, más lo hará cuando conozcas las innumerables leyendas que ella oculta. Ya hemos hablado en el blog de la leyenda de la virgen de las angustias; también es muy conocida la leyenda del esparraguero, un Cristo crucificado traído de las Américas al que la plebe cordobesa le regala espárragos. Pero hoy vamos hablar del Cristo de los faroles, y de la leyenda que a él se le adjudica.

Si habéis paseado por Córdoba, cuando entres por la cuesta del Bailio llegas a la plaza de los capuchinos, una plaza muy transitada y famosa por la imagen que allí alberga. Aunque en realidad no se llame Cristo de los faroles sino que se llame Cristo de los desagravios y misericordia, es una escultura que ha sido rebautizada por los cordobeses ya que posee a su alrededor ocho faroles que representan las provincias andaluzas. Hablamos de una escultura realizada a finales del siglo XVIII y que ha sido protagonista de innumerables coplas, canciones populares y leyendas, ya que siendo una escultura de mármol se podría decir que es de las más veneradas de Córdoba. Y es que el lugar donde está situada, la plaza de los capuchinos, hace que este Cristo impacte más ya que la plaza posee el empedrado original del casco histórico cordobés.
Pero si ya en lugar de por si os parece mágico, más os parecerá cuando conozcáis la leyenda que a este lugar y a esta imagen se les adjudica. Según una leyenda popular, desde que la imagen del Cristo se colocó en aquella plaza, todas las noches se escuchaban pasos firmes paseando por allí. Algún que otro curioso se atrevió a sumarse para ver qué ocurría, encontrándose frente al Cristo a un hombre encapuchado, el cual avanzaba lenta y sigilosamente, como si en vez de andar levitase. Una vez frente a la imagen, aquel misterioso hombre susurraba unas palabras incomprensibles, y luego desaparecía misteriosamente.

Nunca nadie logró ver su rostro, ni siquiera logró identificarlo. Pero una noche el hombre encapuchado reveló su secretos a la comunidad que custodiaba la imagen del Cristo. Se trataba de un soldado que años atrás fue asaltado por unos bandidos, y estando a punto de morir despertó desorientado frente a la imagen del Cristo de los faroles. Desde entonces, aquel hombre visitaba al Cristo que lo salvó todas las noches a la hora del asalto, únicamente para agradecerle por su vida. No sabemos si este hombre era real o si de una presencia fantasmal hablamos, lo que sí podemos decir es que, una vez contada su historia, aquel señor desapareció para siempre, y nunca más volvió agradecerle al Cristo de los faroles que lo salvó.

Pero no es solo esta la única anécdota que ronda alrededor del Cristo de la plaza. Y es que un hilo en la red social de Twitter haría que de esta imagen y de esta plaza se volviese a hablar. Pero esta vez no tiene relación alguna con el Cristo, sino con la reja que lo rodea. Según cuenta este tuitero a principios del siglo XX un vecino se encargaba de manera altruista de la custodia mantenimiento del monumento. El mismo era el que pagaba los gastos de las lámparas de aceite que por aquel entonces rodeaban al Cristo cordobés. Este mismo vecino veía como otros monumentos más “insignificantes” a nivel devocional poseían rejas que lo custodiasen.  Así que el mismo decidió pagar una nueva reja que se instaló en 1924. El alcalde de Córdoba, José Cruz Conde, tras conocer la opinión de la comisión de monumentos de la ciudad, decidió que la reja debería retirarse. Este asunto llegó hasta Madrid, donde el vecino defensor de la reja explicó que lo que debería de hacerse era eliminar las lámparas de aceite y sustituirlas por lámparas eléctricas para que las escaleras que se usaban para encenderlas no deteriorasen las columnas que rodean a Cristo. Así, sin hacer caso omiso de la instalación de la reja, se pasó a cambiar las lámparas y no solo la reja se quedó donde estaba, sino que hoy en día es un lugar que cualquier viajero que visita la ciudad va a ver.

María Orellana Cózar.
Twitter: @MariiaOrellaana
Instagram: @mariiaorellana

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