Y es que, cuentan las crónicas, que en el día 1 de noviembre, día de todos los santos y fiesta muy marcada en la capital, siendo como a las 10:00 de la mañana se experimentó un fuerte terremoto que provocó una fuerte subida del mar.
El mar se embraveció, y se dejó ver por las antiguas calles de la ciudad, dejando a su paso una multitud de ciudadanos que, asustados como es de lógica, gritaban y se lamentaba pidiendo a dios que los salvase de esto. La localización de la crónica explica minuciosamente como la fuerza del mar entró por el barrio de la Viña desde la Caleta, y arrasó y arrastró trozos de la muralla y del hospicio.
Según una crónica de la época, redactada por un hermano que era el secretario del Archicofradía de la Palma, cuenta que dos sacerdotes, fray Bernardo de Cádiz y Francisco Macías, salieron a la calle acompañados de varias personas. Dichos sacerdotes portaban en sus manos un crucifijo y el estandarte de la que entonces era la cofradía de la virgen de la Palma, la cual se encontraba en la iglesia de la Palma, situada en el ya mencionado barrio de la Viña.
Y llegando casi a mojarse los pies, y dando el padre Macías con el estandarte en el suelo gritó: hasta aquí madre mía. Y aquella embravecida ola regresó a su lugar de origen, sucediendo el milagro de que la virgen de la Palma frenase aquel maremoto, y por lo tanto, lo que podría haber sido una enorme tragedia.
Desde aquel 1 de noviembre, la ciudad de Cádiz ha mostrado su agradecimiento por salvar a la ciudad de las consecuencias de aquella catástrofe, y cada 1 de noviembre se festeja desde entonces en su honor. Poco después, se instala en aquella misma calle una placa conmemorativa con la imagen de la virgen salvando la ciudad de la ola.
Como hecho anecdótico, podemos destacar que en el año 2008, debido a unas obras en la calle, la placa tuvo que ser retirada de la pared. Dio la casualidad que justo cuando esto pasó la ciudad sufrió un fuerte temporal de lluvia, el cual inundado por completo el barrio de la viña, provocando que ese hecho demostrase a los que lo ponían en duda que la devoción de los vinieron a la virgen de la Palma se debe como voto de favor ante la protección de aquella catástrofe que pudo acabar con la población gaditana.
María Orellana Cózar.
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