En
los albores del cristianismo,
cuando aún la Santísima Virgen vivía y los Apóstoles seguían con
su labor evangelizadora, Santiago
de Zebedeo llegó a Sevilla para predicar. Bautizó a un pequeño
grupo de hombres para que le acompañaran por la Bética a convertir
a los paganos. Entre estos hombres destacaba al que bautizó con el
nombre de Pío. Marcharon hacia la Tarraconense, lo que hoy
correspondería al norte de España y gran parte del litoral
mediterráneo. El dos de enero del año 40, cuando estaban en la
ciudad de Zaragoza, Santiago y sus compañeros empezaron a llorar
desconsoladamente por la imposibilidad de hacer cambiar de religión
a los habitantes de esta tierra. Fue entonces cuando la Santísima
Virgen se les apareció para consolarles y reconfortarles, Ella misma
les entregó un pilar de jaspe al cual aun hoy podemos rendirle culto
en la Basílica zaragozana. Santiago nombró Obispo de Sevilla a Pío,
el hombre que citamos al principio, y le ordenó que regresase a
Sevilla y modelase en barro una imagen de la Santísima Virgen sobre
un pilar, tal y como se había aparecido a orillas del Ebro. A esta
imagen se le recibía culto a escondidas en una casa, hasta que en el
año 313 el Emperador Constantino promulgara el edicto de Milán con
el cual llegaría la verdadera libertad religiosa. Fue entonces
cuando dicha imagen se llevó a una basílica, posiblemente cerca de
la actual parroquia de San Vicente, y desde entonces hasta el dominio
árabe fue la máxima devoción mariana de la Ciudad, y por ende,
Patrona de Sevilla. Cuando llegaron los árabes se pierde la pista de
esta imagen, no se sabe si fue destruida o quizás escondida en el
norte de España.
Esta
leyenda carece de credibilidad, ya que entre los 128 Obispos de la
archidiócesis de Sevilla no hay ningún Pío, y como dicen los
Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad
de Sevilla el
primer Obispo de Sevilla fue un hombre llamado Marcelo, seguido de un
tal Sabino. En estos anales también se culpa de esta falsa historia
a los falsos Cronicones. Pero no con esto quitamos credibilidad a la
aparición de Nuestra Señora a Santiago Apóstol a orillas del Río
Ebro, de lo cual si tenemos documentación.
Lo
que si es cierto es que en Sevilla desde antaño se le ha tenido
devoción a la Santísima Virgen bajo la advocación del Pilar ya que
la llevaron a la ciudad en 1248 los soldados aragoneses que
participaron en la Reconquista ayudando al Rey Fernando III, el cual
en un futuro devendrá uno de los Patrones de la Ciudad de Sevilla.
@fdzrodriguez
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