miércoles, 8 de abril de 2020

Miércoles Santo en Medina Sidonia, según María Orellana

Amanece el día, para muchos un día cualquiera, pero para mí es mi día. Aunque anoche me acosté tarde por culpa del Martes Pizzero, no puedo estar en la cama a más de las 09:00. Me levanto, y mi madre como siempre… “-María, desayuna y tómate la tila, anda”. Pero que tila ni tilo, Antonia, que hoy es Miércoles Santo, y nada me va a quitar mis nervios. 

Bueno, como me encantan las infusiones, me la voy a tomar, aunque sé que de nada servirá. A las 10:00 ya está la niña duchada y con su sudadera de la hermandad, robada de su padrino, cómo no. Me voy para la que verdaderamente es mi casa. Allí, mi familia me espera, y no solo en el verdadero sentido de la palabra, ya que no hay un miembro de los Cózar Ballesteros que no sea hermano, si no porque esa gente que allí me espera, son la familia que elegí. 

Una vez en la iglesia, miras los pasos y es inevitable que el cosquilleo te recorra el cuerpo. Comienzan los abrazos, los “Hermana, llegó el día”, las fotos, e incluso las primeras lágrimas comienzan a recorrer las mejillas de algunos, bien pensando en la gloria que esa tarde viviremos, o bien pensando en los hermanos que por desgracia ya no están, y que les encantaría vivir ese momento. Por suerte, tenemos una pequeña  guardería en esta gran familia, que hace que todo se te olvide  y que disfrutes un poquito más de éste nuestro día, ya que los pequeños también tienen ilusión. ¡Pero cómo que son las 14:30 y que nos vamos a casa! El tiempo ha volado en esta mañana, y a regañadientes la miro por última vez, ahí están, mi Reina y mi Gitano esperando para repartir baberos por Medina. 

Llego a casa de mi abuela, siempre comemos allí ese día. Mi hermano, mi prima y yo, a cual más nervioso. Y mi tía y mi abuela obligándonos a comer. ¿Pero no entendéis que no podemos? Es común tambien que alguien llore, somos unos llorones en esta familia… ¡Ay que son las 17:00! Mi prima ya se tiene que peinar, le cogemos la cola estirá y ya está, la acólita más guapa preparada. Se que es temprano, pero me quiero vestir ya e irme a la iglesia. Con mi túnica y mi capirote, salgo por esa puerta, lo típico: Una foto a los 3. El costalero, la acólita y la penitente… qué cuadro. Vaya por Dios, la papeleta que la he perdido con los nervios. Bueno, qué mas da, si está mi tía en la puerta y ha sido ella quien me la ha sacado. 

Y mientras esperas, piensas en todo… En el nuevo recorrido, que no subimos a la Iglesia Mayor, que vuelve a coger el señor por su calle. Bueno… ¿y cómo quedará coger por Paseo del Mercado? Madre, que volvemos a pasar por su barrio… Inevitable que se te vengan recuerdos de niñez, una pequeña penitente que repartía caramelos con su pañuelo lila en la cabeza, y que después de 6 años volvería a repetirse el mismo sueño. 

Entro en la iglesia, ¡madre mía que dolor de barriga! Ahí está ella, con las flores más bonita que he visto nunca. Y él, que hasta el sentido quita cuando lo miras. “-María, ¿virgen o Cristo?” Cómo no, primera sesión de la virgen, que así hay calles que si miro adelante lo veo a él, y si miro hacia atrás la veo a ella. Venga, id preparándose que ya estamos en la calle… 18:30, allí no falta un alma. Empiezan los llantos, los nervios, los abrazos… todos somos uno solo.  

El silencio se apodera De la Iglesia, se acaba el murmuro, alguien sube al atril, ay por dios, que se abran ya esas benditas puertas. Pero, ¿qué pasa? No es el padre el que sube a desearnos una gran estación de penitencia, es nuestro querido Hermano Mayor. Se masca la tragedia, veo a mis hermanos llorar. “-Por motivos meteorológicos, este año nos quedamos en casa.” No puede ser, este año no hombre.  

Se abren las puertas, y su barrio, ese barrio que derrocha arte y alegría allá donde va, entra a la que tambien es su casa a darle un último adiós a este miércoles soñado. Entran las bandas, ¡Dios mío que no se cabe! Se levanta el Señor, dos marchas suenan, Pasa la Estrella y Una vida de Esperanza. Puede ser sin duda lo más emotivo que veáis nunca. Se levanta ella, de nuevo dos marchas suenan, Siempre la Esperanza y Mi Amargura. El Barrio se cae con su madre. 

Pero como siempre, somos una familia, una familia que siempre está unida. Y de la mejor manera que pudimos, pasamos ese día, con un cierto tono agridulce. Y es que, cuando estamos juntos, las penas son más amenas, y los logros son mayores. No se puede explicar con palabras lo que somos o lo que sentimos, solo se puede decir que la unidad y la piña que formamos es de otro mundo. Solo queda volver a soñar… Semana Santa de 2020, nos la jugaste de nuevo… pero si por algo nos caracterizamos es por no rendirnos nunca, y en 2021 pensamos volver como nunca nadie lo hizo. Porque El Barrio, siempre vuelve.  


María Orellana Cózar.
Twitter: @MariiaOrellaana
Instagram: @mariiaorellana

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