Bueno, como me encantan las infusiones, me la voy a tomar, aunque sé que de nada servirá. A las 10:00 ya está la niña duchada y con su sudadera de la hermandad, robada de su padrino, cómo no. Me voy para la que verdaderamente es mi casa. Allí, mi familia me espera, y no solo en el verdadero sentido de la palabra, ya que no hay un miembro de los Cózar Ballesteros que no sea hermano, si no porque esa gente que allí me espera, son la familia que elegí.
Llego a casa de mi abuela, siempre comemos allí ese día. Mi hermano, mi prima y yo, a cual más nervioso. Y mi tía y mi abuela obligándonos a comer. ¿Pero no entendéis que no podemos? Es común tambien que alguien llore, somos unos llorones en esta familia… ¡Ay que son las 17:00! Mi prima ya se tiene que peinar, le cogemos la cola estirá y ya está, la acólita más guapa preparada. Se que es temprano, pero me quiero vestir ya e irme a la iglesia. Con mi túnica y mi capirote, salgo por esa puerta, lo típico: Una foto a los 3. El costalero, la acólita y la penitente… qué cuadro. Vaya por Dios, la papeleta que la he perdido con los nervios. Bueno, qué mas da, si está mi tía en la puerta y ha sido ella quien me la ha sacado.
Entro en la iglesia, ¡madre mía que dolor de barriga! Ahí está ella, con las flores más bonita que he visto nunca. Y él, que hasta el sentido quita cuando lo miras. “-María, ¿virgen o Cristo?” Cómo no, primera sesión de la virgen, que así hay calles que si miro adelante lo veo a él, y si miro hacia atrás la veo a ella. Venga, id preparándose que ya estamos en la calle… 18:30, allí no falta un alma. Empiezan los llantos, los nervios, los abrazos… todos somos uno solo.
El silencio se apodera De la Iglesia, se acaba el murmuro, alguien sube al atril, ay por dios, que se abran ya esas benditas puertas. Pero, ¿qué pasa? No es el padre el que sube a desearnos una gran estación de penitencia, es nuestro querido Hermano Mayor. Se masca la tragedia, veo a mis hermanos llorar. “-Por motivos meteorológicos, este año nos quedamos en casa.” No puede ser, este año no hombre.
Pero como siempre, somos una familia, una familia que siempre está unida. Y de la mejor manera que pudimos, pasamos ese día, con un cierto tono agridulce. Y es que, cuando estamos juntos, las penas son más amenas, y los logros son mayores. No se puede explicar con palabras lo que somos o lo que sentimos, solo se puede decir que la unidad y la piña que formamos es de otro mundo. Solo queda volver a soñar… Semana Santa de 2020, nos la jugaste de nuevo… pero si por algo nos caracterizamos es por no rendirnos nunca, y en 2021 pensamos volver como nunca nadie lo hizo. Porque El Barrio, siempre vuelve.
María Orellana Cózar.
Twitter: @MariiaOrellaana
Instagram: @mariiaorellana
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