
El Martes Santo para mí es el día con el que sueño durante todo un año, ya que es la jornada, en la cual, realizo estación de penitencia con mis devociones.
La noche del Lunes Santo al Martes Santo la considero como mi noche de Reyes, que se anuncia cuando la Virgen de las Aguas de la hermandad del Museo llega a su recoleta capilla, a los sones de la Oliva de Salteras.
Cuando me despierto el Martes Santo, es asomarme a la ventana, para ver cómo ha amanecido el día, después ir a San Lorenzo, para la misa preparatoria de la estación de penitencia, y después ayudar al equipo de priostia y de diputación mayor de gobierno a terminar de preparar todo para la salida de la cofradía, tras ello es el momento de ir a casa para recargar pilas para una tarde-noche de nervios y emociones.
La tarde comienza a llenarse de emociones cuando me encuentro con los míos, en el interior de San Lorenzo, momento en el que rezamos antes los dos pasos, y pasamos a vestirnos. Van pasando los minutos y los nervios y la emoción y llegó el momento más esperado de todo el año cuando sale la cruz de guía y comienza a llenarse la plaza de San Lorenzo de un río de capirotes blancos que anteceden a Ntro. Padre Jesús ante Anas, en ese momento cuando Cigarreras apunta la marcha real, los ojos se llenan de lágrimas y los pelitos se ponen de punta.
Cuando la noche cae sobre la ciudad de la Esperanza entramos en catedral, y las levantás repercuten sobre las bóvedas de la catedral, en la intimidad del primer templo del Archidiócesis, nos vamos a acercando a la puerta de Palos y nos disponemos a vivir momentos históricos para nuestra hermandad como va a ser el Arco del Postigo.
La Pura y limpia nos recibe en el Postigo, en donde un sinfín de marchas es interpretas por Cigarreras, para llegar a una calle Arfe, atestada de público que nos acompañará por nuestro discurrir por las calles del Arenal.
En un abrir y cerrar los ojos el sueño de cada Martes Santo se esfuma como una nube de incienso se tratase enfilamos los últimos metros del itinerario, con el cuerpo cansado, pero contentos por haber procesionado con mis titulares.
San Lorenzo nos recibe a oscuras, para que la luz de los nazarenos ilumine el caminar del señor, que se adentra en el pasillo central de la plaza, y las lágrimas se vuelven a apoderar de nosotros…
Mí hermandad del Dulce Nombre es unos de los pilares en los que se sustenta mi fe, que se hace cofradía cada Martes Santo.
Pedro Morón Gutierrez.
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