Nacido en la Sevilla de 1624 y siendo bautizado en la Parroquia del Sagrario.
Con catorce años marchó a Granada, donde aprendió las artes de la escultura de Alonso de Mena, con cuya familia guardó siempre buenas relaciones, incluso después de la muerte del maestro.
En 1646 vuelve a Sevilla, instalándose en la collación de San Marcos, de donde pasaría posteriormente a la collación de Santa Marina, a la del Sagrario y a San Julián.
Tuvo buenas relaciones con la intelectualidad artística sevillana de la época, participando como maestro de dibujo en la Academia de Bellas Artes que fundó Murillo.
Si nos centramos en el ámbito histórico, podemos mencionar que en el ecuador de la vida de Pedro Roldán se dieron acontecimientos inesperados, tales como la epidemia de la peste dada en 1649. Dicha epidemia se vio afectada en gran medida a la economía, e inclusive había Hermandades que llegaron a perder la gran mayoría de hermanos.
Para entender su taller hay que analizar sus contratos conjuntos, en los que participaron otras manos como las de Luis Antonio de los Arcos, y su hija Luisa, conocida como La Roldana. Donde se atribuyen obras tales como Dimas y Gestas de la Hermandad de la Exaltación de Sevilla, al igual que los cuatro ángeles pasionistas de la canastilla, o los relieves del paso de misterio de la Hermandad de la Cena de Sevilla, anteriormente en propiedad de la Hermandad de la Carretería de Sevilla.
A los 65 años enfermó muy gravemente y muere a los diez años después (1699) y sus hijos, ya formados por él, continuarán su legado.

Hacia 1650 debió realizar la talla de la Virgen de la Antigua y Siete Dolores, titular de una de las cofradías más ricas del siglo, imagen que podría corresponder a la Dolorosa conservada en la Parroquia de la Magdalena o, mucho más probable, a una excepcional Dolorosa arrodillada que se conserva en la Iglesia de Santiago. Es obra de juventud, de talla completa, y su iconografía de la Virgen arrodillada a los pies de la cruz sigue modelos más cercanos a Granada o Castilla.

Si bien, por estilo y siguiendo como bien se ha comentado modelos cercanos a Castilla, podemos apreciar la similitud compositiva de la imagen la Virgen de las Angustias, realizada en 1567 por Juan de Juni. Es una obra de la escuela vallisoletana y las obras marianas se caracterizan principalmente por la madurez de la misma y su avanzada edad.
1658. San Miguel Arcángel, que se encuentra en la Parroquia de San Vicente de Sevilla. Postura elegante y en contraposto, muy habitual en la escultura clásica. También realizó otra iconografía de San Miguel Arcángel para la localidad de Marchena.
Dentro de su periodo sevillano (1647-1665), debemos de considerar obra suya, el Cristo del Descendimiento de la Hermandad de la Quinta Angustia de Sevilla (h. 1659), que radica en la Parroquia de la Magdalena. Aquí destaca la anatomía del crucificado utilizando una postura en diagonal. Para causar más asombro de la realidad de la escena una vez montada en su paso procesional, el crucificado presenta en su parte trasera un mecanismo que lo une con la cruz, permitiéndole un pequeño balanceo en el momento que el paso empieza su discurrir. A día de hoy, la Hermandad de la Quinta Angustia tiene su salida procesional en la tarde del Jueves Santo hispalense.
1670. El taller de Pedro Roldan debió hacer por estos años las imágenes del misterio de la Hermandad de La Mortaja, a excepción de Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz, obra de Cristóbal Pérez en 1677. A día de hoy, esta hispalense Hermandad tiene su salida procesional en la tarde del Viernes Santo.

1671. San Fernando, realizado para la Catedral de Sevilla. El modelo de Roldán es fundamental. Obra realzada y trabajada para su disfrute de forma procesional, la cual hoy día sale de forma procesional en la Festividad del Corpus Christi de Sevilla. Vemos una gran riqueza en la vestimenta. Posee una corona imperial, espada y un globo terráqueo. Fue una obra muy reproducida en los años venideros.
1673. Nos encontramos con el Cristo de la Caridad ubicado en la Iglesia del Hospital de la Caridad. Trata con cierta fineza las llagas y heridas. Es una imagen que tiene varios puntos de vista, muy habitual en la escultura barroca italiana del primer tercio del siglo XVII. Partiendo de un punto de vista bajo no podemos apreciar con claridad su rostro, sin embargo, desde una perspectiva superior puede que nos llame aún más su fija mirada, que tal y como muestra, nos da la sensación de que está conversando con Dios, por tanto, podemos hablar de ese realismo que transmite la iconografía no solo por su talla, sino por ese carácter espiritual que nos permite ir más allá de la misma imagen.
Entre los años 1677-1675, realiza las Esculturas situadas en la balaustrada central de la Fachada de la Catedral de Jaén, compuestas de una forma simétrica y apoyadas sobre un podio los cuatro padres de la Iglesia, San Agustín de Hipona, San Gregorio Magno, San Ambrosio de Milán y San Jerónimo de Estridón y en la parte central aparece San Fernando, con una pose similar al realizado en Sevilla en 1671.

Si bien, damos un salto a la provincia de Sevilla, donde encontramos en la ciudad de Écija, el Cristo de la Expiración, realizado en el 1680 y ubicado en la Parroquia de Santiago. Sigue modelos empezados por Juan M. Montañés y continuado por su alumno Juan de Mesa. A destacar la forma del tratamiento del paño, colocado de una forma desigual, con los pliegues marcados dando sensación de acartonamiento. El rostro del Señor guarda todas las características del barroco puro de aquella época, con la expresividad y fuerza de su mirada y el realismo que guarda. Ese tratamiento de la barba que, a mi parecer, es una de las particularidades más especiales de este escultor. Pertenece a la Hermandad de los Estudiantes de dicha localidad, la cual sale de forma procesional en la tarde del Martes Santo.

1685. Se encargó a Pedro Roldán la imagen de Jesús Nazareno, que sustituyó al anterior crucificado de la Hermandad de La O de Sevilla. Se le encargó como imagen para vestir. Caracterizado por esa tupida barba, con los ojos semi-abiertos. Presenta una actitud caminante, propia de los nazarenos y con el cuerpo un poco curvado de forma que le gana realismo a la escena y hace que el espectador capte el sufrimiento por el que está pasando la iconografía de Jesús Nazareno. Como curiosidad de la iconografía dada, se le es llamado en un lenguaje coloquial el “Jorobaito de Triana”. Hoy en día, tiene su salida procesional en la tarde Viernes Santo.
1698. En el taller del escultor Pedro Roldan Onieva se labra la imagen del Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes de la Hermandad de la Amargura de Sevilla. No está documentada su autoría, pero la Hermandad posee el encargo que se le encargó al taller para la ejecución de la misma. Dentro de las fases de su vida como profesional, esta pertenece a su tercer periodo sevillano, comprendido entre los años 1684 y 1699. El cristo posee mirada fija y firme, en el momento en el que es Despreciado por Herodes con un perfecto tratamiento del rostro, cabello y barba. Hoy día, dicha Hermandad tiene su salida procesional en la nómina del Domingo de Ramos en Sevilla.
De similar parecido al Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes podemos nombrar la iconografía de San José ubicada en la sevillana Iglesia de San Martín, concretamente en el altar de San José situado en el muro del evangelio. Esta iconografía realizada en 1704 se atribuye al taller de Pedro Roldán por encargo del primer Marqués de León.
Entre las citadas podríamos añadir obras de gran envergadura, tales como el Cristo Amarrado a la Columna de la localidad de Lucena, Cristo Atado a la Columna de La Orotoava (Tenerife) con un gran parecido en el rostro al Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes, nombrado anteriormente, el Cristo de la Exaltación de la Hermandad de la Exaltación de Sevilla, el Cristo Varón de Dolores ubicado en la Iglesia del Antiguo Hospital del Pozo Santo, una obra de notable transcendencia o incluso el Cristo de las Misericordias de la sevillana Hermandad de Santa Cruz.
Retablos
–¿Y por qué surgieron los retablos?
-Por pedagogía. Tenga en cuenta que entonces había una gran masa de analfabetos a los que había que enseñarles las verdades de la fe a través de las imágenes. Si las portadas de las catedrales eran biblias en piedra, los retablos eran catecismos en madera. Hay una carta de un jesuita que narra cómo el día que se terminó el retablo de la Iglesia de la Anunciación, en la casa profesa de la Compañía de Jesús, el padre prepósito cogió un puntero y a todos fieles que estaban en el templo les fue marcando cuál era el mensaje del retablo. La carta concluye: “Y quedamos todos sorprendidos cuando nos ilustraron de esta manera”.
[Fragmento de la entrevista de Luis Sanchez-Moliní a Jesús Palomero Páramo, catedrático de la Hispalense desde 1989. “El retablo es la gran aportación de los españoles a la historia del arte”, Diario de Sevilla, 24 de febrero de 2019]

Retablo Mayor del Hospital de la Caridad de Sevilla, realizado en 1675. La armadura del retablo fue realizada por Bernardo Simón de Pineda. Conjunto escultórico es obra de Pedro Roldán y el dorado junto con la policromía son obra de Valdés Leal. Dicho conjunto corresponde con una de las escenas de la Pasión de Cristo, concretamente El Entierro de Cristo. Esta última obra corresponde a la séptima obra de las siete obras de misericordia que se conserva en el mismo hospital, pero a diferencia de las anteriores, esta se debe a una obra escultórica y las demás serían pictóricas distribuidas en las paredes del templo.
Respecto a composición de dicho conjunto, presenta un lenguaje clásico, con posturas dispuestas alrededor del cadáver, el cual se deposita en la tumba con la ayuda del sudario. La postura del Cristo se dispone en una forma diagonal, si bien, nos centramos en el fondo podemos apreciar en bajo relieve una vista del calvario, con las tres cruces.
A principio, cuando hablamos de la Virgen de la Antigua y Siete Dolores, comenté que el mismo Pedro Roldán tomaba modelos de la escuela de Valladolid, pues bien, aquí el caso puede que sea algo parecido. Si nos fijamos en el conjunto escultórico de El Entierro de Cristo, realizado entre 1541-1544 por Juan de Juni, guarda una similitud en la composición. Aunque quizás, por disposición de las imágenes se puede asemejar más bien, a otro conjunto escultórico titulado El Entierro de Cristo realizado entre los años 1520-1525 por Jacobo Florentín, de origen florentino que introduce las formas toscanas en Granada. Hoy día se conserva en el Museo de Bellas Artes de Granada, pero en un principio se localizaba en el Monasterio de San Jerónimo de la misma. Si bien, como ya comenté, Pedro Roldán se formó en dicha ciudad un siglo después junto a Alonso de Mena, por tanto, podría haber conocido esa obra.
Retablo Mayor de la Iglesia del Sagrario de Sevilla, 1663. Dionisio de Ribas se encarga de las trazas del retablo y de la escultura Pedro Roldán.

Procede de la capilla de los Vizcaínos del Monasterio de San Francisco de Sevilla. Sobre un amplio banco [parte inferior del retablo] se dispone una predela con un relieve que representa la Entrada de Jesús en Jerusalén, obra de Pedro Roldán.
Respecto a la temática principal, donde vemos el Descendimiento de Cristo en el regazo de su madre, junto a las demás representaciones iconográficas que tienden a orientarse en torno al centro, donde se encuentra Cristo en una posición muy utilizada en esta escena durante estos tiempos, como es la diagonal. Al fondo podemos observar, el Calvario con las representaciones de Dimas y Gestas en medio-relieve.
El efecto de teatralidad que ofrece la escena central no llega a la cota alcanzada en el retablo mayor de la Iglesia del Hospital de la Caridad.
*Fotos cogidas de internet y del Archivo del Blog.*
Juan Manuel Sánchez Navarro.
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