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domingo, 5 de abril de 2020

Domingo de Ramos según Andrea Díaz

Me gustaría contarte, como sin ser de la hermandad de la Estrella, me entra ese pellizquito en el estómago, cuando veo venir al Señor de las Penas con sus manos cruzadas, su mirada al cielo y el izquierdo por delante, o lo que siento cuando veo alejarse el palio de la Virgen de la Estrella con esa elegancia tan particular que tiene Ella.

En la calle Rioja, cerquita del Santo Ángel y del Cristo se los Desamparados los espero, buscando ese momento íntimo, esa última revirá que los lleva a la Carrera Oficial. Veo pasar nazarenos, es una larga espera, pero que compensa mucho, algunos me dan estampas, otros algún caramelo con la foto, o alguna manualidad que han hecho, mientras yo me voy poniendo más nerviosa, me entra ese cosquilleo por el cuerpo mientras veo llegar más tramos. La banda, mi querida banda, ya se escucha, debe venir por la Magdalena. ¡Allí lo veo! Al fondo está. Veo como el paso dorado va ganando metros en el mar de capirotes azules y capas blancas. Cada vez está más cerca, en mi cuerpo un nerviosismo impropio de mi y una sonrisa enorme, ¡ya está en el Santo Ángel! suena A la Triana Costalera, pero que bien suena mi banda, ojalá me escuchen y luego le toquen mi favorita... Sentir.

El paso ya está encarado en el Santo Ángel, después de la revirá ya estará aquí, mis nervios son incontrolables, no voy a sacar ni el móvil, lo veo y lo disfruto, que haga otro la foto. ¡Al cielo con el! Algo me entra en mi interior cuando empieza a revirar, solo puedo mirarlo a Él, con lagrimas en los ojos y un sentimiento incontrolable de felicidad. Ya está el paso de frente, el izquierdo por delante comiéndose la calle, ¡ay, que bonito! Las lágrimas empiezan a apoderarse de mis ojos y mejillas, suena Sentir...
Ahí llega, mi Señor, al que voy a ver cada vez que puedo, el que siempre está. Me presigno, rezo, le agradezco todo... y simplemente se va alejando... y ya sueño con volverlo a ver, la larga espera se ha desvanecido en un abrir y cerrar de ojos. Emprende de nuevo el camino que le guían las hileras de sus nazarenos, ojalá un año pueda ir yo ahí, que ilusión me haría.
Detrás de él, como siempre, sus escoltas y fieles acompañantes, que con cariño me consuelan y me regalan, un clavel rojo desprendido del paso de mi señor y una estampita... algo insignificante para otros, para mí, mucho.

Consiguen quitarme el nudo del estómago, y pienso que ahora llega Ella, mi Madre, la que reina en mis días, la Virgen de la Estrella, que viene con el palio de Ojeda, mi preferido.
Al fondo, allá por la Magdalena se empieza a distinguir la candelería, la noche ya ha caído y yo sigo en el mismo sitio, esperando la última revirá antes que entre en la Carrera Oficial. Ya se acerca, puedo oir sus bambalinas meciendose al son de las marchas...
De nuevo los nervios se apoderan de mí, está ya revirando hacia el Santo Ángel y se me vuelve a poner ese nudo... ya esta aún más cerca, deseo que la paren delante de mi para poder contemplarla un poquito más...lo que yo siento por Ella es inexplicable, desde pequeña es Ella la que me llama, sin saber hablar ya sabía quién era Ella, le tengo tanto que agradecer... Ahí se levanta, que maravilla como se mueve ese palio, que guapa viene, no voy a hacer ni una foto, voy a disfrutar como una niña chica. Que maravilla, cómo viene, como llega y que guapa por favor. En este momento por mi cabeza pasan muchas cosas, tengo mucho que pedirle, pero solo me sale decirle GRACIAS, mientras las lágrimas de nuevo conquistan mis mejillas. Y en ese suspiro, ya no le veo la cara, solo el manto, se acabó este momento íntimo con Ella, pero empiezan a caerle pétalos, no sé ni qué marcha suena, pero desde la azotea del edificio de 5-6 plantas llueven pétalos, ¡que bonito! Mis lágrimas aumentan mientras a Ella la mecen cuando le caen cientos de miles de pétalos, y ya se va, tantos sentimientos en un pequeño instante...Se marcha, se aleja en la noche a trianear por Sevilla.
Como un suspiro que se va con la brisa con olor a incienso se acaba. En mí mente quedan guardados todos los instantes vividos con ellos, pero el momento de esa lluvia de flores y  mi Señor de las Penas dando izquierdos... Este momento del Domingo de Ramos quedará grabado en mi memoria para siempre.
A la espera de un nuevo domingo de ramos, conservaré estos recuerdos en mi memoria, ya comienza mi cuenta atrás, ya espero que llegue el próximo Domingo de Ramos, ya queda un día menos.

Andrea Díaz Álvarez.

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