Juan de Mesa y Velasco es un escultor e imaginero nacido en Córdoba en 1583 y es bautizado en la Parroquia de San Pedro el 26 de Junio del mismo año. Llega a Sevilla a trabajar como aprendiz en el taller del gran maestro del barroco sevillano Juan Martínez Montañés en el año 1606, a la edad de 23 años, algo mayor para entrar en las tareas de aprendiz, ya que en la época los aprendices entraban entre los 10 y 14 años. Posiblemente pudo estar antes en un taller de pintura.
En el taller de Montañés estuvo desde 1606 donde casi con total seguridad participó o vió trabajar obras como el Niño Jesús del Sagrario (1606-1607), el Retablo Mayor del Monasterio de San Isidoro del Campo (1609-1613) y pudo estar presente en una parte del proceso de elaboración del Señor de Pasión (1610-1615).
En 1613 se casa con María de Flores y se mudan a la collación de Omnium Sanctorum, teniendo las primeras noticias de su taller propio entre los años 1615 y 1616, el cual se encontraba en las cercanías de la Iglesia de San Martín, donde permanece hasta poco antes de su muerte, ya que preveía mudarse a la collación de San Miguel, donde no se sabe con seguridad si llegó a mudarse.
En este taller tuvo como aprendices a Juan Vélez, Lázaro Cano, Juan de Vargas, Felipe Hernandez de Ribas y Francisco de la Puerta.
En noviembre de 1627 a la edad de 44 años, fallece y es enterrado en la Iglesia de San Martín.
Posee obras atribuidas de gran calidad, siguiendo la estela estilística del naturalismo que aprendió en el taller de Juan Martínez Montañés. Juan de Mesa, ahonda en el realismo dramático, consulta el natural vivo y muerto, estudia el cadáver y el proceso premortal y consigue una expresión tanatológico.
Si hubiera que definir su categoría estilística, sería un barroco, con barroquismo discreto, con el sentido de la contrarreforma, que va evolucionando.
Juan de Mesa no es un escultor de retablos, sino un gran imaginero de lo procesional, del sentido pasionista ‘’el imaginero del dolor, del dolor divino que asumió el Verbo Encarnado y de los sentimientos de la corredentora’’, como dice Hernández Díaz.
Este imaginero reunía las dos condiciones requeridas por las cofradías sevillanas de la época, una ejecución depurada, brillante emotiva, asequible al pueblo y pocas exigencias monetarias.
Entre sus obras documentadas podemos ver unas características comunes, sobretodo en los crucificados: pómulos prominentes, protagonismo del músculo esternocleidomastoideo, profundas oquedades axilares, amplia caja torácica con costados muy dibujados y gemelos con gran volumen.
Su primera obra documentada es el Cristo del Amor, encargado por la Hermandad del Amor en 1618, donde se le encarga un crucificado realizado en cedro y solo tocado por Juan de Mesa. Esta obra mide 1’81m, inscrito en un triángulo y con un paño de pureza muy parecido al del Cristo de la Clemencia de la Catedral el cual realiza Montañés entre 1603-1604. En esta obra el autor cuida mucho la anatomía. En esta obra quiso representar a Cristo justo en el momento posterior al de su último aliento. Tiene la corona de espinas tallada en la cabeza. El Cristo del Amor es el primer crucificado que realiza, entregándolo en 1620 a la hermandad del Amor.

La Hermandad de Montserrat le encarga un Cristo Crucificado en 1619, una obra realizada en madera de cedro y que costó 1100 reales. Es distinto al Cristo del Amor, este mide 1’92m, sus brazos están casi en paralelo con la cruz y le da al paño de pureza otra disposición distinta. Este presenta la gran diferencia de ser un Cristo vivo, el cual conversa con San Dimas. Presenta una expresión dura pero a la vez transmite dulzura. Aunque es de Juan de Mesa, la policromía original se perdió y los ojos junto con las pestañas no son los originales. Presenta la curiosidad de que en su oreja se le clava una espina.
Para una hermandad de Sacerdotes realiza en 1620 el Cristo de la Buena Muerte que hoy día es titular de la Hermandad de los Estudiantes. Nuevamente es realizado en madera de cedro y mide 1’67m. Este es su tercer crucificado, con el cual parece alcanzar la perfección artística y sagrada. En esta ocasión vemos a un Cristo sin la corona de espinas, la cual posiblemente fue suprimida en alguna restauración. Esta imagen presenta una anatomía casi perfecta y el Cristo en sí irradia dulzura y inspira a la contemplación y a rezar. En esta obra vemos un tipo de paño de pureza nunca antes visto, el cual nos deja ver una parte de la cadera. Esta imagen vemos que se diferencia de las anteriores en detalles, como que los músculos se representan relajados. A la misma vez que se encargó esta obra, se le encargó la imagen de una María Magdalena que poco más se sabe de ella.
La Hermandad del Gran Poder le encarga una imagen de San Juan Evangelista y de una imagen de Cristo cargando con la Cruz, realizadas en madera de cedro y pino de segura. Ambas imágenes son datadas en los archivos de la hermandad en 1620 con una breve descripción de las mismas.
En el caso del Señor tiene tan solo tallada la cabeza, las manos y los pies el resto del cuerpo está realizado sin detalles, ya que va a ser cubierto con la túnica. El Señor mide 1’81 metros de altura, aunque si pusieramos ambas piernas rectas, una de ellas sería algo más alargada que la otra, ya que la imagen presenta esa brusca y fuerte zancada. Como curiosidad podemos decir que esta imagen está realizada desde su ideal de ser vestida con túnica bordada, dado a ciertos rasgos que presenta.

Es un cristo corpulento, en el cual Juan de Mesa se inspiró en el Señor de Pasión, el cual en 1615 ya estaría realizado por Juan Martínez Montañés y expuesto al culto, aunque tambíen se le ve en el rostros rasgos del Cristo de la Conversión de Montserrat. En este caso al Señor se le clava una espina en su ceja.
La imagen del Evangelista, es una imagen de gran dulzura y en la cual podemos ver sus rasgos más significativos, como son los pómulos marcados.

En el pueblo cordobés de la Rambla se conserva una imagen de Cristo cargando con la Cruz muy similar a la imagen del Señor del Gran Poder, aunque esta sufrió una gran restauración que lo modificó. A diferencia el Señor del Gran Poder, esta si es una imagen de talla completa. El nazareno, mide 1’93 metros de alto, con una amplia zancada y a pesar de su fuerte expresión transmite una gran dulzura.
En la Catedral de Madrid se conserva también un Cristo Crucificado la cual encargan con la condición de que sea a imagen y semejanza del Cristo de la Buena Muerte que realizó para la hermandad de los Sacerdotes de Sevilla, aunque presentará el gran cambio visual del paño de pureza, el cual será más parecido al del Cristo del Amor.

Entre 1622 y 1623 Juan de Mesa realiza el Cristo de la Misericordia, al que hoy se le rinde culto en el Convento de Santa Isabel, es una imagen de menor estatura que los anteriores, mide 1’66m, realizado en madera de cedro y costó 1355 reales. Es un Cristo que hoy día se ve como Cristo vivo pero en su origen fue un Cristo muerto, con los ojos entrecerrados y con la llaga en el costado, los cuales se modificaron en una restauración posterior en la cual se le quiso dar un aspecto de Cristo vivo interactuando con el fiel, como el Cristo de la Clemencia de la Catedral de Sevilla. El Cristo muestra la tensión del momento de la muerte en los músculos. El paño de pureza presenta la misma forma que el del Cristo de la Buena Muerte.
En la localidad de Vergara, en el País Vasco se encuentra un Cristo Crucificado con la advocación de Cristo de la Agonía, realizado en madera de cedro y mide 2’18m. La policromía de este Cristo no es original de Juan de Mesa. Este Cristo que representa el momento en el que habla con Dios Padre preguntando ‘Por qué me has abandonado’ presenta un dolor humano y una voluntad divina, es el más humano de todos, dicho por algunos expertos. En su composición tiene mucho parecido con el Cristo de la Conversión de Montserrat, dimensión corpulenta, brazos paralelos al madero, posición erecta, gran tensión… Todo llevado a la perfección debido a su madurez, ya que lo entrega en 1622. En esta obra vemos otro tipo de paño de pureza. Posee una corona de espinas integrada en la obra, al igual que otras imágenes de Juan de Mesa, aunque hay partes que no se conservan actualmente.
En Sevilla provincia podemos encontrar otras obras de este imaginero cordobés, como son el Cristo de la Misericordia que se encuentra en la Colegiata de Osuna que está realizado entre 1623 y 1624, el cual tiene un gran parecido al Cristo Crucificado que se encuentra en la Catedral de Madrid, pero siendo este de menor tamaño, y presentando mucha más sangre. Así como también el Cristo de la Vera Cruz de las Cabezas de San Juan realizado entre esos mismos años, presentando una imagen muy parecida al Cristo del Amor, pero siendo el paño de pureza más parecido al Cristo de la Buena Muerte.

Su obra póstuma, la cual no llega a ver finalizada la realiza para su ciudad natal, y será un conjunto iconográfico de la Virgen con la advocación de Angustia, con Cristo muerto tras haber sido descendido de la Cruz, realizadas en torno a 1627. Este grupo escultórico se dispondría originariamente de otra manera, estando el Cristo con los hombros en el regazo de la dolorosa teniendo las piernas hacia afuera, y no tal como la podemos ver a día de hoy. Ambas imágenes presentan las características comunes a las obras de Juan de Mesa.
Probablemente este grupo escultórico no lo viera finalizado ya que fallece en noviembre de 1627 y las imágenes reciben culto a partir de 1628, a parte de esto, Juan de Mesa deja en su testamento escrito, que tiene una obra a punto de ser acabada, de algunos días de trabajo.
Por último, en estos últimos años se ha asegurado la autoría por parte de autores de la Virgen de Montserrat a este imaginero, ya que corresponde a los rasgos que Juan de Mesa le daba a la imagen de la Virgen, aunque también puede ser de un discípulo suyo, pero siempre entorno a 1608, según apuntan algunos historiadores del arte. Como curiosidad, podemos decir que Juan de Mesa se hizo hermano de la Hermandad de Montserrat.
También tienes algunas obras atribuidas que no es seguro que sean de su autoría, pero presentan grandes similitudes con sus obras documentadas. El Cristo Yacente del Santo Entierro es la obra en la que más autores aseguran que es del artista cordobés, y defienden que la hizo en la década de 1620, ya que presenta los rasgos propios de sus imágenes con la madurez que posee en ese momento en la que el artista ronda los 40 años.
Otras obras que muchos autores atribuyen son la Virgen del Valle, la cual posee muchos rasgos comunes con la Virgen de las Angustias de Córdoba en el rostro, la cual también sería realizada en la década de 1620. Así mismo, la Virgen del Socorro también apuntan a que es de Juan de Mesa, ya que la hermandad del Amor al mismo tiempo que encargó el Cristo, también encargó la imagen de una dolorosa y pudo ser encargada al taller de Juan de Mesa. Por último atribuyen también a su autoría a la Virgen de la Victoria de la Hermandad de las Cigarreras por rasgos característicos típicos de Juan de Mesa. Todas las dolorosas atribuidas a él presentan una expresión muy suave y sensación de dulzura.
*Fotos cogidas de internet y del Archivo del Blog.*
Mario Rosales Antequera.
Twitter: @MarioRosales7
Instagram: @mario_rosales97
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